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Allá donde el Lago de Sanabria deja de respirar; donde el Río Tera deja de ser río; donde el agua brava se enternece y acaricia las orillas verdes plagadas de robles sedientos, dicen que los venados se acercan en busca de vida mientras los colores que pintan las laderas se confunden en la memoria de quien tiene la suerte de verlo todo. El embalse de Valparaíso, a pocos kilómetros de la Reserva Natural del Lago de Sanabria en la provincia de Zamora, recibe su nombre del pueblo más cercano a la presa que lo cautiva desde el año 1988. El valle, que entonces el Tera recorría entre meandros secretos, se anegó dejando tras de sí huertas, poblaciones y parcelas de las que hoy se pueden ver todavía sus recuerdos bajo el agua. Es un embalse pequeño, con 162 hectómetros cúbicos de capacidad, pero con una belleza que enamora por la calidad de su agua, por los paisajes que te regala y por las múltiples sensaciones que te provoca cuando navegas por sus aguas. El embalse, repleto de pequeñas calas casi inaccesibles, recorta aún más el paisaje de la Sierra de la Culebra y hasta él vienen durante el año, y más aún en los meses de verano, cientos de almas en aras de hallar un instante de paz que vale por mil. Por su cercanía con parajes boscosos que en verano son pastos de fuegos naturales o provocados, el embalse de Valparaíso también sirve de reserva fluvial para los medios aéreos que dedican su vida a apagar incendios.
Por todo ello y por otras mil razones que no te voy a explicar aquí para dejar que tú las descubras por ti mismo, este lugar es lo que reza su nombre: un valle donde el paraíso, un día dando un paseo por la zona, se tomó un descanso eterno.
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